Se trata de un material de aspecto externo muy parecido al
hormigón convencional, aunque con 500 veces más resistencia a roturas por sobrecarga.
Por otra parte, su peso es un 40% más ligero. Estas propiedades están
conseguidas mediante la inclusión en la mezcla de un 2% de fibras especiales.
Para su elaboración se utilizan también los componentes habituales del
hormigón, excepto áridos gruesos, tratados o producidos de forma sintética para
contribuir a la flexibilidad del compuesto.
Tanto el material como los compuestos
especiales han sido diseñados por la Universidad de Michigan y reciben el
nombre de ECC’s (Engineered Cement Composites). De momento estos materiales serán más caros que el hormigón tradicional,
aunque su larga duración hace que su coste disminuya si se tiene en cuenta el
gasto a largo plazo debido a la mayor duración de las estructuras construidas
con dicho material.
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En condiciones normales el hormigón ECC se
comporta como el hormigón convencional, pero cuando es sometido a grandes
tensiones, la red de fibras integradas en el compuesto se estira y se desliza ligeramente
con respecto al componente rígido, evitando así la fragilidad y rotura total
del elemento. El
polipropileno en forma de microfibras, el material “puede resistir más” al
micro fisurarse, lo que hace que resista la parte del edificio que integra,
como, por ejemplo, un pilar.